domingo, 19 de abril de 2009

Don Quijote, primer acercamiento

Se egresa del colegio con más que una supuesta preparación para la vida, se egresa con una fobia general a la literatura clásica, especialmente hacia El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Y eso porque no hayan el método para interesar a los chicos con esta novela y encima no favorece tampoco el hecho de que no desmientan su densidad. Es cierto, español antiguo, mil y tantas páginas, tantos tomos... sí, a primera instancia es un libro que casi se podría decir que da miedo. Pero hasta donde yo recuerdo, en ninguno de los dos colegios en los que estuve durante mi enseñanza media (o secundaria, si quiere abarcarse más) me mencionaron el cómo un libro escrito hace más de cuatrocientos años sigue siendo el best seller más leído, editado y reconocido. No por nada se considera a Don Quijote como el precursor de la novela moderna. Y algunos se jactan de haber pasado los ojos por los primeros capítulos (de los que posiblemente recuerden la escena de los molinos -oh, sorpresa!, uno de los más insípidos- y uno que otro le sume la hoguera de libros), y se precien de decir "yo lo leí y sé que es fome". Con un poco más de ánimo, el único esfuerzo es comprender la jerga de la época versus la jerga caballerística del siglo XIII, que es el punto de partida. Entonces uno comienza a reírse y a veces a espantarse de la locura del señor Quijana. Qué puede decirse de la lealtad humilde (en la pena del ignorante) de Sancho Panza, quien atraído por la vaga promesa de una ínsula para gobernar, se deja embaucar por la insana imaginación de su amigo y lo sigue hacia aventuras (sino es que desventuras) que le costaron golpes, heridas feas, enfermedades absurdas, penurias innecesarias, etc. También el viejo y desgreñado Rocinante, quien por más caballo que fuese no quita su naturaleza una picardía casi humana.
Don Quijote más que un caballero andante era un peligro andante y eso es lo que lo hace tan divertido. Su locura raya en una ingenuidad casi infantil y en sus nobles intenciones puede traslucirse la sabiduría digna del viejo lector de historia que era. En toda la vorágine de estupideces cometidas comienzan a degustarse los valores y los principios que valía la pena rescatar de "la era dorada" y que para entonces ya se estaban dejando de lado.

viernes, 3 de abril de 2009

Nuevo planteamiento


Premisa mayor: "Todo chile se paralizó para ver el partido contra Uruguay"*
Premisa menor: Yo no me paralicé, muy a mi pesar estaba atendiendo a pelotudos que llamaban para quejarse en lugar de disfrutar el partido
Conclusión: ¿No soy parte de Chile?

Encima, tarada, me senté detrás del televisor de los supervisores y no vi ¡NADA!
*Comentarios en el noticiario de las 21:00 de Teletrece. No nos damos ni cuenta lo extremistas que somos, todo tiene que ser total.