martes, 30 de julio de 2013

The Great Dictator

¿Qué pasaría si, por unos minutos, pudieras tomar el lugar de una persona de mucho poder y cuya voz puede llegar en ese instante a millones de personas al rededor del mundo? ¿Tendrías el coraje de decir lo que piensas sin miedo? ¿Serías capaz de hacerte cargo de tus ideales y cambiar el mundo? 
Claro está que a Charles Chaplin poco le importaban las repercusiones negativas que podía sufrir a causa de sus obras transgresoras, especialmente con El Gran Dictador (1940), que pese a las recomendaciones hechas por el gobierno de Estados Unidos- hasta ese momento, neutral en el conflicto- fue rodada y estrenada poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial y le costó posteriormente su exilio. 

Chaplin expone en esta historia una parodia de la situación vivida en Europa, de la manipulación a conveniencia de las ideas, la censura y el racismo a manos de un dictador desquiciado, Hynkel que se levanta en una nación ficticia, Tomainia, tras haber sido humillada y devastada por la Primera Guerra Mundial. Chaplin interpreta dos papeles: Hynkel y a un barbero judío, protagonista de la historia quien se gana la simpatía de Schultz, un alto mando de las fuerzas de Tomainia, luego de salvarle la vida en el frente de batalla al inicio del film.
 Llena de significativas escenas, una vez más Chaplin muestra sin ningún tapujo y con un humor casi inocente una realidad sórdida sin suavizar el impacto que pretende generar. Cabe destacar la genialidad en la elaboración del personaje de Hynkel, en donde captó a la perfección los movimientos y la gesticulación de Adolf Hitler, si bien con un idioma falso imitando el alemán y la elección de los nombres de los lugares y personajes, tales como la nación de Bacteria (Italia) y su dictador Benzino Napaloni (Mussolini) y Garbistch para la parodia de Goebbels, como ministro del interior (Garbage, que se pronuncia similar y de la cual sacaron el nombre, significa basura), entre otros. De este modo, no deja pasar una escena sin sacar una carcajada

Si bien, mis escenas favoritas son varias, les dejo la más clásica y simbólica, Hynkel jugando con el mundo a placer. Cualquier otra arruinaría la sorpresa de la historia para los que no la han visto, eso ya queda a juicio del lector.


viernes, 26 de julio de 2013

Metrópolis

"Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein"
(Mediador entre la cabeza y las manos ha de ser el corazón)

Con este enunciado comienza una de las películas que más me ha impactado en el último tiempo. Metrópolis (1927), dirigida por Fritz Lang y escrita por Thea von Harbou, es una obra de arte del cine mudo alemán. Olvidada en su momento y cercenada por la censura a lo largo del siglo XX, fue restaurada en 2001 y posteriormente remasterizada en 2010 junto a una copia encontrada en 2008 ni más ni menos que en Buenos Aires, aunque muy deteriorada, pero del cual lograron prolongar unos 26 minutos con material completamente inédito hasta entonces. 

Pensar en una película muda de los años veinte y que sea ciencia ficción puede que no llame mucho la atención, pero Metrópolis es una película que verdaderamente impacta. Ya sea por sus teatrales maquillajes , las expresiones desgarradoras de sus personajes, sus fantásticos primeros planos o por un manejo de los efectos especiales brillantes para la época, desde un comienzo capta el interés del espectador.

La historia básicamente trata sobre una sociedad utópica en una ciudad futurista llena de rascacielos del año 2026, en donde la clase acomodada vive en un mundo de ensueño, mientras que bajo esta mágica urbe, en un mundo subterráneo, se encuentran las máquinas que le dan vida y los obreros que las manejan en condiciones infrahumanas. En la superficie se encuentra Freder, hijo de Fredersen, gobernador de la Metrópolis, quien conoce a María, una sacerdotisa que predicaba a los obreros un mensaje de paz, a la espera del mediador que traería equilibrio entre la clase dirigente y los trabajadores. Se enamora perdidamente de ella y va en su búsqueda. Así es como de improvisto entra en el submundo y ve la desgracia de aquellos seres humanos a quienes considera sus hermanos. Va a enfrentar a su padre, luego se une a María en su cruzada. Fredersen, en un intento por detener a su hijo y temiendo una rebelión, recurre a Rotwang, un científico que construye un robot, a quien, por orden del gobernador, le pone la cara de María luego de ser secuestrada, para que vaya con los obreros y genere discordia. Pero Rotwang tenía planes muy diferentes para su "ser-máquina".


La verdad yo la re flashée con esta película. Encontré escenas en varios videos en YouTube, que no tenían ninguna relación entre sí, pero me quedó picando la curiosidad porque eran espectaculares. Y así fue cómo llegué a Metrópolis. Noche de frío, muchos pochoclos y chocolates en camita con una historia que bien podría haber inspirado en parte The Wall. También se sienten vestigios del surrealismo imperante por aquellos años. Ciencia ficción, surrealismo y cine mudo... una combinación ganadora por donde se le mire.