domingo, 21 de junio de 2009

Pam Courson


Todos saben de la existencia de la "chica canela" (como se cree que la llamó Neil Young), la eterna novia de Jim Morrison. Pero poca noción se tiene de quién fue realmente este personaje y qué papel jugó en la historia de The Doors y especialmente en la vida del Rey Lagarto.

Pamela era oriunda de California, nacida el 22 de diciembre de 1946, convirtiéndose en la pareja más estable que Jim tuviese a los 19 años y finalmente muriendo por sobredosis de heroína también a los 27 años, tres años después que su novio, el 25 de abril de 1974. Todos saben que la relación que tenían Jim y Pam no era la de un cuento de hadas, más bien era todo lo contrario: constantes peleas y rupturas, infidelidad y adicciones separadas (cocaína y heroína respectivamente) -las que siendo las mismas suelen ser motivo de unión en muchas de las parejas de la historia del rock-, hicieron que su amor se volviese tormentoso y muchas veces casi insostenible. No obstante, siempre volvían al otro e intentaban comenzar de nuevo. Se rumorea que The Doors la veía como la Yoko Ono del grupo, que impedía el desarrollo artístico de la banda y que coartaba la carrera del vocalista. Entre otras cosas también se habla de una conspiración contra la vida de Jim, ya que en su testamento habría dejado todo a Pam, razón por la cual lo convenció de radicarse en París para luego fingir su suicidio y quedarse con la fortuna, ya que solo ella y un dudoso doctor francés fueron los únicos en ver su cadáver y no hay registros de autopsia.
Pero hay un detalle que lleva a ver las cosas desde otro punto de vista. Jim era una persona extremadamente inteligente, sensible y misteriosa. Jim no era un rock star, era un poeta y Pam sabía esto muy bien. Jim no era la imagen del Rey Lagarto, el dios del exceso, el desenfrenado hambriento de drogas y sexo que todos creen. Esto solo fue una etapa de su vida, una etapa que lo marcó y no le permitió desarrollar su verdadera vocación a plenitud. Es poco probable que al pensar en el nombre de James Douglas Morrison pensemos en un destacado y profundo poeta antes que en el caos arriba del escenario personificado en el autor de The End.
Es posible que Pamela haya intervenido en gran parte en las relaciones de su novio con la banda, lo que de hecho pasó, esto porque en incontables ocasiones debió ser la voz del espíritu de escritor que Jim fue silenciando bajo el estupefaciente del exceso. Pam renunció muchas veces a su propia vocación y a su prometedora carrera como diseñadora por seguir a quien fue el amor de su vida. Y seguramente él tampoco habría logrado dedicarse, aun que fuese en parte, a lo que realmente amaba. Era ella quien organizaba sus escritos y quien más se maravillaba entonces con su talento literario, quien insistía en que publicara e intentara dirigir su destino hacia donde su vocación lo guiaba.
La vida empujó a Jim por un camino que lo consagraría como una de las más altas figuras del rock; sin embargo, no era este el verdadero desarrollo de su persona: ya una vez dentro del sistema, fue estigmatizado y no pudo salir de ahí. Fue por eso que Pam intentó darle un empujón acompañándolo en su retiro a Paris para comenzar de nuevo en la ciudad que otrora fuera escenario de la vida de muchos de sus autores preferidos. Y aún así no se pudo.
Pam no logró reponerse a su muerte. Terminó sus días de la peor forma, siendo prostituida por el chofer de Jim a gente poderosa que pagaba grandes sumas por tener a la legendaria musa del gran Rey Lagarto, y finalmente se quitó la vida a la misma edad que él. Ella fue la única que pudo comprender a plenitud la mente del artista, no por nada él la necesitaba a su lado constantemente y por más que intentaran alejarse del otro, no podían. Él no era un alma libre, era un hombre de alguna forma superior que sucumbió a las bajas pasiones y se entregó al hedonismo y Pam era de alguna forma su cable a tierra.