viernes, 28 de agosto de 2009

El Rey Lagarto, The End

De cuando Jim estaba tan drogado que le pedía al "señor de las luces" que las bajara porque estaban muy brillantes. El genio poético de Morrison sobre el escenario, un recital hecho una conglomeración bohemia con música distorsionada de fondo, eso era para El Rey Lagarto. El vate estrechando de cerca los tímpanos dispuestos a doparse de sus cavilaciones. La banda estaba acostumbrada a seguir sus improvisaciones. De lo que ensayaban tras bambalinas solo se mostraba un pequeño porcentaje frente al público presente, todo lo demás... improvisación. Todo improvisado sobre los versos locuaces de este sutil mecenas de la palabra y no al revés. Esos eran los conciertos de The Doors, eso era lo que los hacía diferentes, especiales, eso fue lo que hizo que la banda pasara a la historia. Nadie comprendió, nadie lo vio como tal. Solo era rock, y así fueron marcados. Jim Morrison, dios de los extremos, del rock, el sexo, las drogas.... pero por sobre todo eso, de la poesía. Y después del abismo, ¿qué?

martes, 25 de agosto de 2009

Crucificada hasta hoy, Tersa Wilms Montt


Teresa Wilms Montt, escritora chilena de la que tanto se habla ultimamente (gracias a la difamación que produjo la reciente película Teresa, dirigida por Tatiana Gaviola y magistralmente protagonizada por Francisca Lwein) y aún así no bien ponderada y reconocida como merece, como es el destino de tantos artistas nacionales. Chile, país de poetas... forajidos poetas. Teresa hizo su carrera entre Buenos Aires y Europa, donde tuvo gran resonancia.

Oriunda de Viña del Mar, nacida en cuna de oro en la ostentosa familia Wilms Montt, desterrada del hogar por un matrimonio casi deshonroso, encerrada en un convento por un presunto adulterio y autoexiliada, arrebatada de la tuición de sus hijas y condenada a vagar por el mundo, Teresa fue, sin lugar a dudas, una heroína. Pese a la angustia que la corroía desde lo más íntimo, siempre se mostró alegre, fuerte y digna. Dueña de una belleza fuera de serie y una inteligencia superior, conquistó corazones y conciencias con su bondad infinita. Fue capaz de transformar en poesía sublime el sino de desgracias con que fue bautizada.
Sin embargo, a dieciséis años del centenario de su nacimiento, aún se hace difícil encontrar los retazos de su vida sin tener que hurguetear. Lo primero que se encuentra de ella es su biografía Teresa Wilms Montt, Un canto de libertad (1993), de Ruth González- Vergara, una completa investigación de la itinerante y apasionada vida de la escritora, con interesantes datos personales, un completo árbol genealógico, fotos y hasta una ficha de una ficha clínica y psicológica, además de un estudio grafológico de sus diarios (los que esperamos sean publicados en algún momento) como apéndice, lo que permite un acercamiento todavía más personal y profundo al perfil de Teresita.

Solo a modo de introducción es que escribo este artículo. La película es una pieza excepcional del cine nacional. Naturalmente tuvo una crítica reprobante, siendo, a mi parecer, lo mejor que ha producido el cine chileno. La historia pareciera ser salida de su propia mente, narrada con su exquisita lírica, impactante fotografia y la ambientación está muy bien lograda. La gran interpretación de Francisca Lewin logra capturar el encanto de la autora y también cabe destacar la encarnación exquisita de Diego Casanueva como Vicente Huidobro.
Tal vez el que no haya sido un éxito de taquilla solo es el mero reflejo de la poca gratitud de este país hacia sus grandes artistas (¿qué otro país es tan decadente culturalmente que osa darle a la primera latinoamericana que gana el premio novel de literatura, SEIS AÑOS DESPUÉS, el premio nacional de literatura?, ¿qué otro país es tan ignorante de su propio arte que Claudio Arrau es todavía nombre desconocido para el grueso de las personas? y así un larguísimo etcétera). Así fue como el desprecio de la sociedad de su época le impidió a la joven poetisa regresar a su país natal el resto de su vida. Ni aún después de muerta.
Murió en París por sobredósis de veronal, desesperada, pobre, sola. Nadie pudo conocer el dolor que portaba tras su angelical sonrisa. Y de ello dejó constancia en sus diarios y sus textos...

A continuación no dejaré un poema suyo, sino que citaré unas palabras de su gran amigo Vicente Huidobro (extraídas de la ya mencionada biografía), que, a mi juicio, resumen acertadamente su imagen:

Teresa Wilms es la mujer más grande que ha producido la América. Perfecta de cara, perfecta de cuerpo, perfecta de elegancia, perfecta de fuerza espiritual, perfecta de gracia.




martes, 11 de agosto de 2009

Divas de antaño

Qué ganas de alcanzar esa belleza seductora que tenían las actrices de antaño, esas que no necesitaban más que asomar coquetamente un pedacito de muslo, despertaban los deseos y la imaginación de los hombres, esas que deslumbraban y destacaban por su elegancia, su refinamiento y buen gusto y no por eso dejaban de ser polémicas, alegres, independientes y luchadoras. Esas que se transformaron en emblemas de femeneidad y ejemplos de vida para muchas personas, incluso hasta nuestros días, ya fuese para bien o para mal. Esas cuyo labial se prendaba de un beso en las mentes de quien viese una simple foto. Cuyos cabellos parecían como piel de conejito; cuyas pieles eran aterciopeladas; cuyas bocas insitaban al beso más sutil; cuyas miradas, ora inocentes, ora tentadoras, perforaban corazones... ¡Esas divas de antaño!
Hoy en día se ha perdido tanto el sentido del glamour y la sensualidad que mujeres con todo el potencial para ser realmente hermosas, se afean en pos de un canon de "belleza" que poco puede llenar el significado de la palabra. Cómo puede explicarse entonces que muchas de aquellas mujeres a las que hago referencia, sin siquiera ser dueñas de una lindura exótica o excepcional, fueron mujeres cuyo halo deslumbraba y causaba tanto o más efecto. Ellas sabían tomar el rasgo que las destacaba y pronunciarlo hasta sus más vastos impactos.
Por suerte para nosotras, siempre tendremos a la mano una foto de las divas de mediados de siglo que nos recuerdan que ser mujer es una bendición si se sabe aprovechar.

Rita Hayworth
Reconocida por películas como Gilda (1946) y Salomé (1953)- esta última donde demostraba que los movimientos de la danza del vientre no eran su fuerte-.

Katherine Hepburn

Con un carisma enorme y una envidiable performance, destaca en películas como Mujercitas(1933) en donde protagoniza a la rebelde Jo March y La Costilla de Adán (1949).



Lana Turner
El Extraño Caso del Doctor Jekyll(1941) y Another Time, Another Place(1958), son algunas de las filmaciones en su haber

Bette Davis

Con sus magnéticos ojos que mararon a fuego su imagen en la historia del cine, surgió como una de las grandes estrellas a pesar de las enormes y constantes caidas. Algunas de sus películas más conocidas fueron Jezabel(1938), interpretación que le valió su primer Oscar, y Eva al Desnudo(1950)

Grace Kelly

Quien en su corta travesía por el mundo de la cámara llego a convertirse en la pomposa princesa de Mónaco. En su filmografía figuran Atrapa a un Ladrón(1954) y La ventana Indiscreta(1954)

Natalie Wood

La pequeña de rasgos latinos brilló por su participación en dos de las películas más recordadas de aquellos tiempos: West Side Story(1961), controversial por dejar al descubierto la violencia entre las bandas juveniles de los barrios más dejados de la sociedad, y Rebel without a Cause (1955), protagonizada por el mítico James Dean.

Audrey Hepburn

La belleza y elegancia de Audrey la destacaron por sobre todas y aún en neustros días fluctúa entre las cinco primeras de las listas de mejores, más bellas y fascinantes actrices del pasado siglo. Sabrina(1954) y Breakfast at Tiffany's(1961) son algunas de sus películas más conocidas.