viernes, 25 de julio de 2008

Curiosidades Cinéfilas

Yo sabía que no había sido mi distorcionada imaginación, y seguro que NO fui la única!
En enero de 2007 fui a ver Children of Men, de Alfonso Cuarón, una película de tema escatológico en la que la fertilidad humana se había detenido por compreto, ambientada en un Londres no muy futurista.

Para efectos del artículo, los detalles nos vienen sin cuidado, lo que quiero denotar en este espacio ahora es el curioso hecho de que en una de las escenas, cuando el protagonista va a la empresa de su hermano a recibir una misión, los personajes se hayan en una sala de reunión con un gran ventanal a un lado que da ni más ni menos que a un panorama similar a la portada de Animals de Pink Floyd. Lo acabo de recordar mientras escribía el anterior artículo y no me costó mucho dar con la imagen precisa (cortecía de Google) que os muestro a continuación, para aquellos incrédulos que no le dieron crédito a mi rayada memoria en el momento que lo quise hacer notar.



Y bien, si alguien tiene algún indicio del por qué de esta curiosa escena, favor de hacérmelo saber, el libro de comentarios es abierto para todos. Agradecida de antemano.

Lisergia Floydiana

Pink Floyd, desde sus inicios en los '60 fue un ícono de la música psicodélica. En aquel tiempo era de lo más común relacionar inmediatamente al grupo con un trip lisérgico. Esto fue un poco tratando de seguir la línea que primeramente encursó su fundador y primer lider Syd Barrett. Mas luego, pasaron los años y buscando seguir con la línea experimental, los nuevos líderes del grupo, Roger Waters y David Gilmour comenzaron a disputar el nuevo rumbo que habría de tomar la banda. Luego de Obscured by Clouds (1972), el grupo tendría un éxito más allá del imaginado jamás con el siguiente LP, el inmortal The Dark Side of the Moon (1973), con un sonido mucho más moderno y elavorado, sin llegar tanto a los clásicos sonidos de sus trabajos anteriores, que lo remontan a uno fuera de la realidad, este más bien le revuelve a uno la realidad y hace con imágenes de esta un estado de conciencia paralelo. Pues bien, luego de el éxito que les significó este álbum, se vio propicio para Waters tomar las riendas de las futuras producciones, y se nota su predominancia en la mayoria de los temas en los siguientes trabajos, no tanto en Wish You Were Here (1975), en el que aún se deja entrever la dinámica grupal, pero Animals (1977) y The Wall (1979) pareciera ser que el resto fue solo instrumento y extención de su creativdad. Waters sentía un compromiso social tan fuerte que se hace patente en su último trabajo participando con los Floyd, The Final Cut (1983). Para entonces las discuciones internas por el control creativo y la actitud casi tiránica de Waters por sobre sus compañeros, los llevó a tomar medidas extremas. Sentían que pese al avance que habían logrado, se habían distanciado bastante de su línea experimental. Fue así como Waters, en su orgullo, sin dar su brazo a torcer, decide abandonar el grupo para continuar en solitario. Puede verse en sus trabajos solistas la línea crítica política y social que dejó entrever con Animals y The Final Cut, con una excelente calidad musical, pero absolutamente nada que ver con la escencia de Pink Floyd.



Fue así como el grupo continuó como trío con Gilmour, Wright y Mason, y su primer producto con su nueva fila fue A Momentary Lapse of Reason (1987), en la que participaron una serie de artistas en la parte musical. Y entonces pareciera ser que con Gilmour a la cabeza y ya sin las preciones ideológicas de Waters, la banda volvía a tener ese tinte mágico que hace volar la imaginación, con un sonido mucho más concreto, pero igualmente más romántico, por así decirlo, como en sus orígenes, no tan en extremo racional como lo llegó a ser con Waters. Sin embargo pareciera que este episodio no duraría tanto, ya que solo produjeron 3 discos más, y luego dos compilatorios: Pulse (1995), uno de los recitales más grandes de Pink Floyd, con una alta producción escénica, lo que llegaría a ser otro de los grandes hitos de la banda, y Is There Anybody Out There? The Wall: Live 1980- 1981 (2000), en colaboración con Water nuevamente. Finalmente, la última presentación en la que se les vería a los 4 integrantes unidos sobre el escenario sería un pequeño repertorio de los temas más simbólicos en el Live 8 de 2005.
Personalmente opino que luego de la tremenda polarización que produjo Waters en el grupo, fue bueno que continuara su carrera como solista y permitiera a Pink Floyd continuar por una senda más concorde a sus incios, mas la baja producción y pronta detención de futuros proyectos da para pensar si realmente era él el alma de la banda y que sería él quien decidiera cuándo Pink Floyd dejaría de existir.
Se estima, según informase Mason en abril de este año, que se espera un recital de beneficencia, aún sin lugar ni fecha especificados (puede ser que ni el motivo sea aún especificado?), pero más que eso, se desmintieron futuros proyectos.

Yo me quedo con la primera camada de álbumes, hasta el '72 es mi cosecha flydiana, lo que viene luego solo se me antoja a ratos, no por eso considero que sea mejor una que la otra, es cosa de gustos.


sábado, 12 de julio de 2008

Los Locos Años '20

Fin de la Gran Guerra, 1919, la gente despertó abruptamente de un sueño hermoso que esperaban durara eternamente, pero al parecer no estaban dispuestos a aceptar una realidad tan tremenda y terminaron por tomarlo como quien se espavila en medio de la noche luego de una horrenda pesadilla y se dispone a seguir soñando cosas agradables. Un parche para olvidar lo que puede llegar a alcanzar la bestialidad humana. Pues sí, bajo ese escenario se desarrolló la década de los años '20. Naturalmente que los cambios de mentalidad y efectos sucedidos en la población a nivel mundial no se dejaron esperar. La mujer comenzó su largo y duro proceso de emansipación al verse en la obligación de suplantar en muchos campos al hombre luego de que casi todos ellos fuesen a la guerra; a partir de este hecho se dio en cadena el cambio de vestimenta: los vestidos comenzaron a acortarse y comenzó a usar pantalón, esto a fin de facilitar el movimiento. Y oh!, problema, se debió buscar una forma para suplir el deseo masculino frente a esto. Solución: parecerse a él. Fue así como después se adoptó por moda y estereotipo de la época los vestidos holgados, mujeres planitas y con la menor forma posible, cabellos cortos a lo garçon, comenzaron a fumar en público (lo cual a muchos aún parecía grotezco), etc. También se dieron cambios a nivel de sociedad con la revolución del cine sonoro, el cual era más accesible que el teatro y otros panoramas; los cafés que eran ya populares a finales del siglo XIX se volvieron aún más frecuentados; el deporte se volvió masivo y todos podían practicarlo; las fiestas nocturnas eran mucho más frecuentes cada vez por más y más gente (por supuesto la mujer no se privaba de ellas ya), y un larguísimo etc. La gente quería pasarlo bien.

Una de las cosas que más me gusta destacar son los bailes. Y una cosa que siempre llama la atención cuando uno estudia historia es el hecho de que siempre lo que venga parece ser lo peor que le ha pasado a la humanidad. Cuando aparecieron estos bailes en los años '20 la gente creía que no se podía llegar más bajo. Bailes como el Foxtrot o el Baltimore, en los que se bailaba pegaditos, con pasos ligeros, rápidos y cortitos, eran escandalosos para muchos. Mi favorito es el Charleston, baile rápido y con pasos amplios, las mujeres mostraban las piernas y con algunos pasos hasta se vislumbraban las bombachas, piernas abiertas, rodillas flectadas, brazos extendidos y moviendo la cabeza como locos, sin duda un baile frenético para lo que se acostumbraba. Una buena manera de liberar energía. Por supuesto, en esa época nadie se imaginaba en lo que degeneraría el baile hoy en día que de pasar a ser insinuante llegó a ser el acto de cupulación mismo. Todavía en los '20 cuando la gente se pensaba que era espantoso, al menos aún era armonioso y agradable a la vista. Y había que saber bailarlo.

Aún así, poco fue lo que brilló esta época, ya que se debió despertar nuevamente a la cruda realidad luego de la caída de Wall Street en 1929, curiosamente.

martes, 8 de julio de 2008

La Chica Más Guapa de la Ciudad

Un cuento de Charles Bukowski


Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. para ella no había término medio. algunos decían que estaba loca. lo decían los tontos. los tontos no podían entender a Cass. a los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.
sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida, en el espíritu o en la carne, a Cass le daba una pena tremenda. su mente era distinta y nada más; sencillamente, no era práctica. sus hermanas la envidiaban porque atraía a sus hombres, y andaban rabiosísimas porque creían que no las sacaba todo el partido posible. tenía la costumbre de ser buena y amable con los feos; los hombres considerados guapos le repugnaban: "no tienen agallas -decía ella-. no tienen nervio. confían siempre en sus orejitas perfectas y en sus narices torneadas... todo fachada y nada dentro..." tenía un carácter rayando la locura; un carácter que algunos calificaban de locura.
su padre había muerto del alcohol y su madre se había largado dejando solas a las chicas. las chicas se fueron con una pariente que las metió en un colegio de monjas. el colegio había sido un lugar triste, más para Cass que para sus hermanas. las chicas envidaban a Cass y Cass se peleó con casi todas. tenía señales de cuchilladas por todo el brazo izquierdo, de defenderse en dos peleas. tenía también una cicatriz imborrable que le cruzaba la mejilla izquierda; pero la cicatriz, en vez de disminuir su belleza, parecía por el contrarío, realzarla.
yo la conocí en el bar West End unas noches después de que la soltaran del convento. al ser la más joven, fue la última hermana que soltaron. sencillamente entró y se sentó a mi lado. yo quizá sea el hombre más feo de la ciudad, y puede que esto tuviera algo que ver con el asunto.
-¿tomas algo?
-claro, ¿por qué no?
no creo que hubiese nada especial en nuestra conversación esa noche, era sólo el sentimiento que Cass transmitía. me había elegido y no había más. ninguna presión. le gustó la bebida y bebió mucho. no parecía tener edad, pero de todos modos le sirvieron. quizás hubiese falsificado el carnet de identidad, no sé. en fin, lo cierto es que cada vez que volvía del retrete y se sentaba a mi lado yo sentía cierto orgullo. no sólo era la mujer más bella de la ciudad, sino también una de las más bellas que yo había visto en mi vida. le eché el brazo a la cintura y la besé una vez.
-¿crees que soy bonita?- preguntó.
-sí, desde luego. pero hay algo más... algo más que tu apariencia...
-la gente anda siempre acusándome de ser bonita. ¿crees de veras que soy bonita?
-bonita no es la palabra, no te hace justicia.
buscó en su bolso. creía que buscaba el pañuelo. sacó un alfiler de sombrero muy largo. antes de que pudiese impedírselo, se había atravesado la nariz con él, de lado a lado, justo sobre las ventanillas. sentía repugnancia y horror.
ella me miró y se echó a reír.
-¿crees ahora que soy bonita? ¿qué piensas ahora, eh?
saqué el alfiler y puse mi pañuelo sobre la herida. algunas personas, incluido el encargado, habían observado la escena. el encargado se acercó.
-mira -dijo a Cass-, si vuelves a hacer eso te echo. aquí no necesitamos tus exhibiciones.
-¡vete a la mierda, amigo! -dijo ella.
-será mejor que la controles -me dijo el encargado.
-no te preocupes -dije yo.
-es mi nariz -dijo Cass-, puedo hacer lo que quiera con ella
-no -dije-, a mí me duele.
-¿quieres decir que te duele a ti cuando me clavo un alfiler en la nariz?
-sí, me duele, de veras.
-de acuerdo, no lo volveré a hacer. ánimo
me besó, pero como riéndose un poco en medio del beso y sin soltar el pañuelo de la nariz. cuando cerraron nos fuimos a donde yo vivía. tenía un poco de cerveza y nos sentamos a charlar. fue entonces cuando pude apreciar que era una persona que rebosaba bondad y cariño. se entregaba sin saberlo. al mismo tiempo, retrocedía a zonas de descontrol e incoherencia. esquizoide. una esquizo hermosa y espiritual. quizás algún hombre, algo acabase destruyéndola para siempre. esperaba no ser yo.
nos fuimos a la cama y cuando apagué las luces me preguntó:
-¿cuándo quieres hacerlo, ahora o por la mañana?
-por la mañana -dije, y me di la vuelta.
por la mañana me levanté, hice un par cafés y le llevé uno a la cama.
se echó a reír.
-eres el primer hombre que conozco que no ha querido hacerlo por la noche.
-no hay problema -dije. -en realidad no tenemos por que hacerlo.
-no, espera, ahora quiero yo. déjame que me refresque un poco.
se fue al baño. salió enseguida, realmente maravillosa, largo pelo negro resplandeciente, ojos y labios resplandecientes, toda resplandor... se desperezó sosegadamente, buena cosa. se metió en la cama.
-ven, amor.
fui.
besaba con abandono, pero sin prisa. dejé que mis manos recorriesen su cuerpo. acariciasen su pelo. la monté. su carne era cálida y prieta. empecé a moverme despacio y queriendo que durara. ella me miraba a los ojos.
-¿cómo te llamas? -pregunté.
-¿qué diablos importa? -preguntó ella.
solté una carcajada y seguí. después se vistió y la llevé en coche al bar, pero era difícil olvidarla. yo no trabajaba y dormí hasta las dos y luego me levanté y leí el periódico. cuando estaba en la bañera, entro ella con una hoja: una oreja de elefante.
-sabía que estabas en la bañera -dijo-, así que te traje algo para tapar esa cosa, hijo de la naturaleza.
y me echó encima, en la bañera, la hoja de elefante.
-¿cómo sabías que estaba en la bañera?
-lo sabía.
Cass llegaba casi todos los días cuando yo estaba en la bañera. no era siempre la misma hora, pero raras veces fallaba, y traía la hoja de elefante. y luego hacíamos el amor.
telefoneó una o dos noches y tuve que sacarla de la cárcel por borrachera y pelea pagando la fianza.
-esos hijos de puta - decía-, sólo porque te pagan unas copas creen que pueden echarte mano a las bragas.
-la culpa la tienes tú por aceptar la copa
-yo creía que se interesaba por mí, no sólo por mi cuerpo.
-a mí me interesas tú y tu cuerpo. pero dudo que la mayoría de los hombres puedan ver más allá de tu cuerpo.
dejé la ciudad y estuve fuera seis meses, anduve vagabundeando; volví. no había olvidado a Cass ni un momento, pero habíamos tenido algún tipo de discusión y además yo tenía ganas de ponerme en marcha, y cuando volví pensé que se habría ido; pero no llevaba sentado treinta minutos en el West End cuando ella llegó y se sentó a mi lado.
-vaya, cabrón, has vuelto.
pedí un trago para ella. luego la miré. llevaba un vestido de cuello alto. nuca la había visto así. y debajo de cada ojo, clavado, llevaba un alfiler de cabeza de cristal. sólo se podían ver las cabezas de los alfileres, pero los alfileres estaban clavados.
-maldita sea, aún sigues intentando destruir tu belleza....
-no, no seas tonto, es la moda.-estas chiflada.
-te he echado de menos -dijo
-¿hay otro?
-no, no hay ninguno. solo tú. pero ahora hago la vida. cobro diez billetes. pero para ti es gratis.
-sácate esos alfileres.
-no, es la moda.
-me hace muy desgraciado.
-¿estás seguro?
-sí, mierda, estoy seguro.
se sacó lentamente los alfileres y los guardo en el bolso.
-porque la gente cree que es todo lo que tengo. la belleza no es nada. la belleza no permanece. no sabes la suerte que tienes siendo feo, porque si le agradas a alguien sabes que es por otra cosa.
-vale -dije-, tengo mucha suerte.
-no quiero decir que seas feo. sólo que la gente cree que lo eres. tienes una cara fascinante.
-gracias.
tomamos otra copa.
-¿qué andas haciendo? -preguntó.
-nada. no soy capaz de apegarme a nada. nada me interesa.
-a mí tampoco. si fueses mujer podrías ser puta.
-no creo que quisiera establecer un contacto tan íntimo con tantos extraños. debe ser un fastidio.
-tienes razón, es fastidioso, todo es fastidioso
salimos juntos, por la calle, la gente aún miraba a Cass. aún era una mujer hermosa, quizá más que nunca.
fuimos a casa y abrir una botella de vino y hablamos. a Cass y a mí, siempre nos era fácil hablar. ella hablaba un rato yo escuchaba y luego hablaba yo. nuestra conversación fluía fácil sin tensión. era como si descubriésemos secretos juntos. cuando descubríamos uno bueno, Cass se reía con aquella risa.. de aquella manera que sólo ella podía reírse. era como el gozo del fuego. y durante la charla nos besábamos y nos arrimábamos. nos pusimos muy calientes y decidimos irnos a la cama. fue entonces cuando Cass se quito aquel vestido del cuello alto y lo vi... vi la mellada y horrible cicatriz que le cruzaba el cuello. era grande y ancha.
-maldita sea, condenada, ¿qué has hecho? -dije desde la cama
-lo intenté con una botella rota una noche. ¿ya no te gusto? ¿soy bonita aún?
la arrastré a la cama y la besé. me empujo y se echo a reír:
-algunos me pagan los diez y luego, cuando me desvisto no quieren hacerlo. yo me quedo los diez. es muy divertido.
-sí -dije-, no puedo parar de reír... Cass, zorra, te amo... deja de destruirte; eres la mujer con más vida que conozco.
volvimos a besarnos. Cass lloraba en silencio. sentí las lágrimas. sentí aquel pelo largo y negro tendido bajo mí como una bandera de muerte. disfrutamos e hicimos un amor lento y sombrío y maravilloso.
por la mañana, Cass estaba levantada haciendo el desayuno. parecía muy tranquila y feliz. cantaba. yo me quedé en la cama gozando su felicidad. por fin, vino y me zarandeó.
-¡arriba, cabrón! ¡chapúzate con agua fría la cara y la polla y ven a disfrutar del banquete!
ese día la llevé en coche a la playa. no era un día de fiesta y aún no era verano, todo estaba espléndidamente desierto. vagabundos playeros en andrajos dormían en la arena. había otros sentados en bancos de piedra compartiendo una botella solitaria. las gaviotas revoloteaban, estúpidas pero distraídas. ancianas de setenta y ochenta, sentadas en los bancos, discutiendo ventas de fincas dejadas por maridos asesinados mucho tiempo atrás por la angustia y la estupidez de la supervivencia. había paz en el aire y paseamos y estuvimos tumbados por allí y no hablamos mucho. era agradable simplemente estar juntos. compré bocadillos, patatas fritas y bebidas y nos sentamos a beber en la arena. luego abracé a Cass y dormimos así abrazados un rato. era mejor que hacer el amor. era como fluir juntos sin tensión. luego volvimos a casa en mi coche y preparé la cena. después de cenar, sugerí a Cass que viviésemos juntos. se quedó mucho rato mirándome y luego dijo lentamente "no". la llevé de nuevo al bar, le pagué una copa y me fui.
al día siguiente, encontré un trabajo como empaquetador en una fabrica y trabajé todo lo que quedaba de semana. estaba demasiado cansado para andar mucho por ahí, pero el viernes por la noche me acerqué al West End. me senté y esperé a Cass. pasaron horas. cuando estaba ya bastante borracho, me dio el encargado.
-siento lo de tu amiga.
-¿el qué? -pregunté.
-lo siento. ¿no lo sabías?
-no
-suicidio, la enterraron ayer
-¿enterrada? -pregunté. parecía como si fuese a aparecer en la puerta de un momento a otro. ¿cómo podía haber muerto?
-la enterraron las hermanas
-¿un suicidio? ¿cómo fue?
-se cortó el cuello.
-ya. dame otro trago.
estuve bebiendo allí hasta que cerraron. Cass, la más bella de las cinco hermanas, la chica más guapa de la ciudad. conseguí conducir hasta casa sin poder dejar de pensar que debería haber insistido en que se quedara conmigo en vez de aceptar aquel "NO". todo en ella había indicado que le pasaba algo. yo sencillamente había sido demasiado insensible, demasiado despreocupado. me merecía mi muerte y la de ella. era un perro. no, ¿por qué acusar a los perros? me levanté, busqué una botella de vino, bebí lúgubremente. Cass, la chica más guapa de la ciudad muerta a los veinte años.
fuera, alguien tocaba la bocina de un coche. unos bocinazos escandalosos, persistentes. dejé la botella y aullé "¡MALDITO SEAS, CONDENADO HIJO DE PUTA, CALLATE YA!".
y seguía avanzando la noche y yo nada podía hacer.


Gracias a Fourmi Noire por facilitar el cuento en el momento preciso =)