martes, 25 de junio de 2013

Lo antinatural del ser humano.

Uno de los principales argumentos que gran parte de la sociedad expone para oponerse a una ley de matrimonio igualitario es que es antinatural que dos personas del mismo sexo se unan en esta tan necesaria institución. Es antinatural. Una premisa vaga en la que se puede adentrar exponiendo más opiniones que solo terminan por contentar a quienes piensan igual. Y yo propongo lo siguiente: ¿no está en la naturaleza del hombre desafiar lo establecido y superar sus propias limitaciones? A Da Vinci le criticaron- como a tantos otros con la misma idea antes que él- su  proyecto de una máquina que le permitiera al hombre volar, con el argumento de que si Dios quisiese que el hombre volara, habría nacido con alas. Que el ser humano vuele es antinatural. Así con mucho ejemplos que no significaron otra cosa que el progreso y la evolución del hombre.  
Para no irnos tan lejos en el tiempo y de manera que pueda ser más entendida esta idea, me gustaría exponer una analogía entre este argumento basado en lo "antinatural" con otro tema de debate estos días: la leche.
A todos nos educaron con la idea de que la leche y sus derivados son uno de los grupos más importantes en una alimentación completa y sana. De pequeña vi a muchas personas que eran criticadas por no consumir lácteos y durante la década del 2000 hubo un enorme movimiento propagandístico para incentivar su consumo. Hoy por hoy, el panorama es otro. De pronto la leche se ha convertido en un alimento nocivo, los veganos promueven las consecuencias negativas de la leche y presentan una serie de alternativas a estos productos, ya que los nutrientes que normalmente suplimos a través de ellos, se encuentran incluso en cantidades mayores en semillas, legumbres, frutas y verduras. Hasta la Universidad de Harvard eliminó recientemente los lácteos como parte fundamental en la pirámide alimenticia.
Mi intención aquí no es entrar a discutir si la leche es buena o es mala (personalmente, si la sigo tomando no es por sus beneficios, si no porque simplemente me encanta), más bien entender el concepto, de cómo no nos damos cuenta hasta qué punto podemos aceptar lo antinatural. 
El ser humano se alimenta de leche materna durante sus primeros meses de vida y luego se desteta para empezar a ingerir otra clase de alimentos, al igual que todos los mamíferos y alguna que otra especie fuera de este grupo. Sin embargo, en el caso de la vaca, la cabra y otros menos solicitados, una vez destetada la cría, se la mantiene estimulada para que siga produciendo leche para ser consumida por nosotros, una especie diferente. Si vas algún café a pedir un cortado o una chocolatada y te la sirven con leche exprimida de otra persona, morirías del asco, pero de lo más bien que aceptamos la exprimida de otra especie (revista Una Vida Mejor nº3). ¿No es eso antinatural?
El ser humano está hecho para desafiar los límites de su propia naturaleza, siempre que sea consecuente con su esencia. El matrimonio igualitario es una de esas instancias. Exista o no, las personas se juntarán con quien quieran juntarse de una forma u otra, y el matrimonio es una instancia legal, una sociedad para proyectar y proteger un proyecto de vida en común. Un impulso de lo más sensato.
Habría que hacer una revisión consiente de nuestros hábitos antes de juzgar algo antinatural como necesariamente negativo. 

1 comentario:

Sebastian dijo...

Es demasiado cierto!