martes, 26 de mayo de 2009

dilema del artista


Uno tiende a admirar a los artistas de décadas y hasta siglos anteriores por la fuerza y paciencia que tuvieron para romper cánones establecido y hasta desbaratar sistemas arraigados en sus respectivas culturas como algo inquebrantable. Y hoy en día esa tarea se ve opacada por el relativismo. Difícil es ser original en un mundo donde cada individuo tiene que esforzarse por serlo, pero solo de modo superficial, ya que por lo bajo anhela formar parte de una manada. Por lo que aparenta originalidad para encajar. Esto se ve en todos los niveles del arte, desde la música hasta las letras, el cine, la pintura, etc. Fabrican su propia extravagancia, pero de manera que puedan ser aceptados y admirados desde un comienzo.

Hoy en día es una tarea difícil ser original, dígase de esto no hacer algo loco, sino que crear algo nuevo. El concepto ha sido tan manoseado que no se logra apreciar su verdadero sentido. En el siglo de los Poetas Malditos reinaba el racionalismo y ser bohemio y literato a la vez era sinónimo de marginalidad. Era todo tan estructurado que a quién se le ocurría romper un esquema, era visto con malos ojos. Y entonces había más opciones para romperlos, aunque no por ello más fácil, si no todo lo contrario. Más caminos, pero con más obstáculos. Hoy se hace un poco más difícil encontrar un camino que no haya sido explotado. Los artistas han tenido que forzar y hasta casi violar las opciones inexploradas, casi en su desesperación por hacer algo nuevo. Se ha degradado a tal punto la originalidad que se llegó a pensar que una mancha en un lienzo blanco o que un perro atado muriéndose de hambre día tras día, es arte. Sin embargo quedan todavía sendas por descubrir en el desorden y más de los que uno piensa. Periodos hedonistas en la historia hay por montones, se repiten estos episodios una y otra vez, y pese a que lo que logra perdurar en la historia es grandioso, sobrevive solo una pequeña parte de la inmensidad de corrientes y estilos que surgieron, los que en gran medida mueren antes de ver la luz de un nuevo siglo.

Lo bueno es que el sacrificio que requiere crear (no encontrar) algo nuevo, va emparejado con que las dificultades que requiere llevar a cabo un nuevo proyecto ya no son las mismas de otros tiempos y tanto más por el hecho de que hoy casi todo es aceptado. Es menos probable ser marginado hoy por crear un nuevo estilo literario o una nueva corriente de diseño. Los obstáculos son hasta cierta medida más fáciles de superar, hay más posibilidades de expansión gracias al Internet y a las revistas de variedad, la gente está hambrienta de algo nuevo que los saque de la rutina de verdad, la posibilidad de abarcar mayor público y que en definitiva haya más público, en resumen. Y el let it be de la mentalidad relativista también puede ser usado a favor del artista creador, ya que lo peor que le podría pasar sería no ser tomado en cuenta, pero siempre queda la posibilidad de empezar de nuevo o simplemente usar la técnica de nuestros antecesores: paciencia que el reconocimiento puede llegar incluso cien años después de tu muerte.

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